ndudablemente que el sector hotelero iba a ser uno de los más afectados por la crisis social, que movió fuertemente a la baja las cifras del último trimestre, debido en gran parte a la cancelación del APEC y la COP25.

Las cifras ya dan las primeras luces del estado actual del sector y de cómo viene. Un estudio elaborado por la consultora Fitzroy, desarrollado en alianza con la firma Smith Travel Research (STR) -una de las más grandes del mundo y que proveyó de la información base e histórica del mercado hotelero-, muestra que el sector hotelero en Santiago prevé cerrar el año con una ocupación promedio del 60% y con una tarifa también promedio de $74.000, lo que implica una caída del 18% respecto de la tarifa en pesos del 2018. Medido en dólares la baja es aún mayor: 26%.

¿Qué se puede hacer para sortear esta crisis? Se pregunta la investigación. ‘El daño en la imagen país es enorme, tanto para inversionistas, operadores turísticos, como para los mismos turistas. Recuperar la imagen tomará tiempo y requerirá un esfuerzo enorme de todo el sector, pero por sobre todo del gobierno, quien deberá aumentar considerablemente el presupuesto de márketing internacional’, dice el estudio. Añade que preocupa también la restricción en el uso de dólares a los argentinos, que este verano vendrán menos y gastarán menos.

‘Dada la contingencia social, posiblemente tendremos un primer semestre más difícil, por la incertidumbre generada en los inversionistas y en los turistas extranjeros, pero también dependerá de cómo venga la temporada de nieve. Sin duda la crisis golpeará con mayor fuerza a los hoteles en Santiago Centro, donde ocurrieron los mayores daños y en donde se concentra la mayor cantidad de hoteles independientes, los que normalmente tienen una menor capacidad de apalancamiento. Podríamos ver cambios en la propiedad de los hoteles, como conversiones de apart hoteles a renta residencial y transacciones en general de activos hoteleros, los cuales son muy poco transados en nuestro país. Esta situación puede generar un período de compra/ventas y redefinición de los usos de los activos’, estima Cristóbal Cerda, jefe de proyecto de Fitzroy.

La proyección del estudio para el período 2020– 023 en cuanto a demanda apunta a una ocupación en un rango medio de 60% a 62% -con un 58% en 2020-, cifra que podría subir en 4% a 5% ‘si se logra regular y, por lo tanto, bajar la oferta informal’, dice el documento.

Apunta al ‘daño que ha causado Airbnb al sector hotelero’, afirmando que son menos de 4.000 habitaciones de Airbnb las habitaciones comparables, las que representan un mercado de US$ 35 millones al año. ‘Si se decidiera regular fuertemente la informalidad, se produciría un traspaso en algún grado, de la oferta informal a la oferta formal, generando un positivo impacto a la hotelería’, dice el texto.

‘Es un momento para que el Gobierno tenga un rol más activo para controlar el alojamiento informal que está dañando a las empresas que han invertido y tienen todos los riesgos del negocio’, complementa Cerda.

En la proyección global por el lado de la oferta, el estudio de Fitzroy muestra que entre 2019 y 2023 la oferta hotelera en Santiago crecerá de las actuales 15.779 habitaciones -distribuidas en 168 hoteles de dos estrellas o más- a 19.461 habitaciones, es decir, un alza de unas 3.600 habitaciones, con un monto de inversión de 11 millones de UF, en 20 hoteles.

El segmento que más crecerá será el llamado Upper Midscale -homologable a un estándar de 3,5 estrellas-, con proyectos en Providencia, Santiago Centro y el aeropuerto. El segmento Upscale -cuatro estrellas- seguirá teniendo la mayor participación de mercado, con un 29% (ver infografía).