
Jorge Cardemil pone a la venta Haras Carioca y fundo de 200 hectáreas en Panguipulli
Jorge Cardemil detalla cada uno de sus logros en la hípica nacional. “Gané tres veces el Gran Premio del Hipódromo, tres veces el del Sporting Club, y el Latinoamericano en Chile. Crié al mejor caballo de Francia en 2017, y gané todos los clásicos más importantes de Argentina”. “Es porque me he dedicado a la calidad no a la cantidad”.
El criador, expresidente del Consejo Superior de la Hípica y exdirector del Club Hípico, adquirió hace 35 años un haras a Horacio Enríquez. Era el único criador en Chile que vendía las crías estando en la guata de la yegua. “Era así de prestigioso. Eso me enseñaba a la hípica y a la crianza”. Nació Haras Carioca.
Hoy, el haras está en venta. Ubicado en Panguipulli, en la Región de Los Ríos, y cuyo nombre y colores responden a su amor por Brasil, está inserto en un fundo de 200 hectáreas con un kilómetro de orilla de río. Además de 2.240 metros cuadrados de pesebreras. Y una casa patronal de 380 metros cuadrados, entre otras instalaciones.
El valor —dicen contactados en privado— bordea las 120.000 UF, unos US$ 4,9 millones. El proceso lo lleva adelante la corredora Fitz Roy, según aparece en su página.
“Uno se cansa un poquito”, responde frente a la venta. Tiene cinco hijos —un hombre y cuatro mujeres—, además de 16 nietos. Ninguno tiene el interés de continuar. “La afición por los caballos se la lleva uno y cuando se está en problemas, porque es muy sacrificado. En el campo se trabaja todos los días de la semana durante todo el año”, subraya.
Será el segundo haras que vende. Hace varios años, enajenó su Haras Futuro en Argentina. Fue por falta de tiempo. “Me interesa involucrarme en las cosas, no tenerlas solo para verlas en fotos”, dice. “No fue económicamente lo mejor, pero era el momento”.
Todo ello se entremeció con un hecho que —reconoce— “le dolió mucho”. En 2015 tuvo un profundo conflicto con el SAG, luego que tras traer 27 caballos desde Futuro, el Servicio Agrícola y Ganadero los monitoreara, anunciara emergencia sanitaria y los sacrificara.
El empresario demandó al organismo acusando que los caballos estaban sanos. Solicitó una indemnización por $1.800 millones. El sacrificio de los animales había sido “doloroso”, dijo. Si bien la Corte de Apelaciones rechazó la demanda, en septiembre pasado, impugnó el fallo ante la Corte Suprema. Hoy está en acuerdo.
“Fue un asesinato. Espero ganar, pero tengo el convencimiento de que si no, pierdo nomás, es muy simple”, destaca.
El desarrollo de las castañas
Cardemil llegó a ser uno de los mayores productores de arándanos en Chile, campos que vendió a Hortifrut. Además, en los terrenos de la exviña de Cardemil, que fue adquirido por el holding colombiano Terranum. Y todo el negocio agrícola restante se lo traspasó a su único hijo hombre más hace unos años. Sin embargo, hace algunos años decidió volver al agro.
En las 200 hectáreas que posee en Panguipulli, plantó, en 2018, 65 hectáreas de castaños originales de Italia; todo es parte de la superficie que se enajena.
Cuenta que hicieron estudios de suelo y tierra; las recomendaciones fueron: avellano europeo o castañas. La primera opción la desechó, porque existía solo un poder comprador: Ferrero —“trabajar con un monopolio no es mi forma de vida”, dice—. Y se fue por las castañas.
El año pasado fue su segunda cosecha. Y tiene un contrato a 10 años con una empresa española llamada Arofa.
Este año —dice el prospecto de la venta— producirán 33.000 kilos, valorizados en US$ 49.500 anuales. Ya en 2027, saltarán a 170.000 kilos, los cuales al valor actual serían de US$ 233 mil anuales. Al 2028, la producción llegaría a los 400.000 kilos, totalizando ingresos por unos US$ 500 mil, y en 2029 comercializarían US$ 600.000 por año.
Cardemil dice que ha tenido varios interesados por el haras. Asegura eso sí que no lo venderá si no hay un buen precio. “Para mí el negocio está hecho una vez que alguien se instale con una garantía y cosas así, porque el campo es realmente muy lindo”.
Ahora, tiene claro que no dejará de trabajar. Hoy tiene 17 yeguas y un potro en Carioca. Si el comprador que solo lo estructura, él se llevará sus caballos a otro criadero. “Tengo muchos amigos criadores en Chile y tengo conversaciones con uno dos de los para que en el día que venda, deje todas mis yeguas en sociedad con algunos de ellos; pero sigo criando”. Ahora —agrega—, “si alguien me quiere comprar el campo y las yeguas, es cuestión de conversar el precio”.
Fuente: El Mercurio